Sobre la Tierra Colorada

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Caminábamos en la luz del atardecer en las afueras del pueblo. Mis ojos no eran suficiente para contemplar los azules, los verdes y el rojo de la tierra debajo de mi. Los cerros parecían eternos, subían a tocar el cielo.Pasamos por campos de maíz, maguey y otros más. Nopales adornaban la brecha en donde íbamos. Le hice notar a Norma la neblina que se miraba a la distancia—lo que parecía un filtro gris sobre los cerros. Mi prima me dijo, “Es una tormenta que viene, deberías alzar tu cámara.” Apenas hice el nudo en la bolsa de plástico donde metí mi cámara cuando el gris estaba sobre nosotros. Nos empapamos en minutos. Apenas se descifraba el  alrededor. Las gotas caían con una intensidad insaciable y ansiosa de poder tocar la tierra. Solo sentí mi cabello empapado sobre mi cara y cuello, mi ropa mojada sobre mi piel. La lluvia se deslizaba en mi cara, llorando las lagrimas que a veces mi cuerpo no deja salir. Reímos y carcajeamos mientras tratábamos de mantener el balance al caminar, que era más como si patináramos sobre el barro rojo. Nuestros zapatos ya no eran visibles, eran moldes de barro que crecían al arrastrarlos en el camino. Una alegría surgió dentro de mi al sentir la tierra que me entrelazaba en un maravilloso renacimiento. Solo reí y reí.

Todas las imágenes ©Rosa Angelica Castañeda. No reproducción sin consentimiento.

(English translation)…

We walked in the afternoon light in the outskirts of el pueblo. My eyes weren’t enough to contemplate the blues, the greens and the red of the earth beneath me. The hills seemed eternal, rising to touch the sky.  We passed fields of maiz, maguey, and more. Cacti adorned the clay road we walked on. I pointed out to Norma the fog in the distance—what seemed like a grey filter over the hills. Then my cousin told me, “It’s a storm that is coming in, you better put away your camera.” I was tying the knot in the plastic bag where I put my camera in when the storm came upon us. We were drenched within minutes. I could hardly make out what was around. Droplets  fell with an insatiable intensity and anxiety to touch the earth. I felt  my hair drenched on my face and neck, and my wet clothes stuck to my body. Rain slid down my face, crying the tears that at times my body does not let out. We laughed and laughed as we poorly managed to keep up, sliding on the earth clay. Our shoes were no longer visible, they were growing mounds of red clay our feet carried along the way. A joy within me spurred as I felt the earth envelop me in the most wonderful rebirth. I laughed and laughed.

All images ©Rosa Angelica Castañeda. No reproduction without permission. 

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